Amanece un día espléndido, por fin veo el sol después de no se cuantas semanas. A media mañana, como es casi costumbre, bajo a la playa, camino y después me meto en el agua lo justo para relajar las piernas, hay mar de fondo y no puedo evitar mojarme los chilindrines de vez en cuando.
Después de comer el tiempo cambia. Mi inseparable admiradora y animadora me acompaña cámara en mano hacia Moaña. Sacó varias fotos, pero esta cámara no sirve para estas cosas y esta vez casi todas salieron movidas. Si hay alguna foto buena, mañana la subo.
Llegamos con tiempo de sobra, empieza a llover de forma suave (y así se mantendrá durante la carrera), recojo mi dorsal nº 411 y la invito a tomar un cafecito.